Nuestra defensa divina
Supervisados por Nehemías, los obreros israelitas reedificaban los muros de Jerusalén. Sin embargo, cuando estaban cerca de la mitad de la obra, se enteraron de que sus enemigos planeaban atacar la ciudad, y la noticia desmoralizó a estos trabajadores ya exhaustos.
Alivio para el atribulado
Una de mis escenas favoritas de la literatura tiene lugar cuando una tía enérgica confronta a un padrastro malvado por haber abusado de su autoridad con su sobrino, David Copperfield, nombre del personaje principal y título de esa novela de Charles Dickens.
Resistir la trampa
Algunas plantas carnívoras pueden digerir un insecto en unos diez días. El proceso comienza cuando un bichito desprevenido huele el néctar en las hojas que forman la trampa. El insecto investiga y camina hacia el interior de las fauces de la planta. Entonces, las hojas se cierran repentinamente y los jugos digestivos lo disuelven.
¿Sus planes o los nuestros?
Cuando mi esposo tenía 18 años, abrió un lavadero de vehículos. Alquiló un garaje, contrató ayudantes e imprimió folletos publicitarios. El negocio prosperó. Su intención era venderlo y usar las ganancias para pagarse los estudios; por eso, se entusiasmó cuando apareció un comprador. Tras algunas negociaciones, parecía que harían la transacción, pero, justo antes de concretarse, la venta se frustró. Pasaron varios meses antes de que su plan tuviera éxito.
Dios es mi fortaleza
Los antiguos soldados babilonios no tenían nada de caballeros. Eran despiadados, fuertes y feroces, y atacaban como un águila atrapa su presa. No solo eran poderosos, sino que también estaban orgullosos de serlo. Podría decirse que adoraban sus habilidades para el combate. Como dice la Biblia: «[hacían] de su poder su dios» (Habacuc 1:11 LBLA).
El recordatorio de Abigail
David y sus 400 guerreros buscaban furiosos a Nabal, un hombre rudo y acaudalado que había rehusado ayudarlos. Si no hubiese sido que David se encontró con Abigail, la esposa de Nabal, lo habría matado. Ella había reunido suficiente comida para alimentar a las tropas y fue a encontrarse con ellos, con la esperanza de evitar un desastre. Respetuosamente, le recordó a David que el sentimiento de culpa lo perseguiría si no renunciaba a su vengativo plan (1 Samuel 25:31). Él admitió que la mujer tenía razón y la bendijo por su buen juicio.
Inclinarse hacia la Luz
Un día, recibí un ramo de tulipanes color rosa. Mientras las colocaba en un florero en el centro de la mesa de la cocina, las flores se balanceaban sobre los gruesos tallos. Al día siguiente, noté que apuntaban en otra dirección: en vez de estar derechas, se habían inclinado hacia un costado, bien abiertas y mirando hacia la luz del sol, que asomaba a través de una ventana.
Una vista mejor
Cuando era pequeña, me encantaba trepar a los árboles. Cuanto más alto subía, más podía ver. De vez en cuando, en busca de una mejor vista, iba avanzando por alguna rama hasta que sentía que empezaba a doblarse. Por supuesto, mis días de trepar árboles pasaron. Supongo que no es demasiado seguro… o decoroso.
Jesús sobre todas las cosas
Un día, el hijo de mi amiga decidió ponerse una camiseta deportiva sobre el uniforme escolar. Quería mostrar su apoyo a su equipo favorito que jugaría un partido importante esa noche. Antes de salir de su casa, se colocó algo sobre la camiseta: una cadena con un dije que decía «Jesús». Su acción sencilla ilustró una verdad más profunda: el Señor merece el primer lugar sobre todo lo demás en nuestra vida.
Lo que será
Tú y yo tenemos algo en común. Vivimos en un mundo contaminado y confundido, y nunca conocimos otra cosa. Sin embargo, Adán y Eva podían recordar cómo era el mundo cuando Dios lo creó: libre de muerte, dificultades y dolor (Génesis 3:16-19). En el Edén, antes de la caída, el hambre, el desempleo y la enfermedad no existían. Nadie cuestionaba el poder creador de Dios o su plan para las relaciones humanas.